EL MURO DE LOS MILAGROS

Patricia Tovar – LIBEN

Soñé Que me desintegraba… lo soñé dos veces en la misma noche y de manera idéntica. Yo iba en un túnel desplazándome en algún tipo de vehículo, de pronto el túnel se terminaba y se fusionaba con el cielo nocturno. Yo sentía un hormigueo placentero, veía estrellas y de alguna manera sabía que me estaba desintegrando, era consciente, que de eso se trataba y me sorprendía, mi mente estaba lúcida y contemplativa de la sensación de desintegración. Mientras soñaba, pensaba que así justamente era la transición, el abandono de la materialidad, el abandono del cuerpo, de la carne.  En el fondo de la existencia se alberga la esperanza… En el espacio onírico, como decía María Zambrano, se realiza el “devenir persona”, una manera de “acabar de nacer” (aludiendo a la idea de Jung de la conversión en sí mismo)  que se realiza en la atemporalidad del sueño, se trata de una forma de autognosis, un darse cuenta paulatino, una plenitud emocional, existencial y ética, el sueño es el lugar en donde la persona puede hacerse y deshacerse. Ahí se conoce la esperanza dado que ésta es una de las claves de la existencia humana, de su capacidad de ser resiliente.

 

Si la esperanza es “un existencial, no es algo que podamos amputarnos sin perder o perdernos. Y a pesar de todas las violencias (que son muchas y todas gratuitas) y todas las negruras, ejercitar la lucidez de la esperanza sigue siendo un acto de transgresión, es decir de no-acomodación y no-conformidad con lo dado y por lo tanto de coraje, de empatía y de justicia”[1].  En un entorno en donde la estrategia, el engaño, la distorsión y la patología se han institucionalizado, nos enfrentamos al miedo,  a la anestesia emocional a la indiferencia; la confusión revienta en situaciones extremas, en la catástrofe. Ahí  frente  al derrumbe[2], renace el afecto básico que alimenta toda esperanza: el deseo que se opone a “lo real” que desea transgredir, que no se conforma con lo dado. El reconocimiento del “otro como yo”  genera un sentido de unidad, una manera de esperanza compartida, se trata de una acción radical que abre posibilidades múltiples para transformar las condiciones de la existencia en un punto de intersección determinado, en el cual se traslapan lo onírico y lo real. Se producen entonces, ensoñaciones colectivas; se trata en sí de una esperanza practicada.

El arraigo a la vida es mucho más que un acto de sobrevivencia, se trata del Sí a la vida del cual habló Nietzche, un estremecimiento, una intensidad, el eros desbordado en una comunidad que resiste los embates de la desgracia o de la guerra. “Junto al reconocimiento del otro viviente, junto a mí, sobre un territorio común, lo trágico inducido por la aceptación de este mundo, acompaña también hasta el reconocimiento y la aceptación del otro en mí”[3].  Nacen entonces los actos heroicos, la valentía, el deslumbramiento y la belleza en el caos, en el centro mismo del desastre. El flujo se detiene, alguien pide silencio, se oye entonces un susurro, una respiración, un latido de vida y entonces, cientos de personas se abalanzan a encontrarla, a salvarla, a cuidarla. Las calles se vacían, y entonces se comparte una sola angustia, se acude al mismo muro de los milagros. Los cuerpos narran al igual que los testimonios, esas formas de esperanza practicada, nos dicen de la capacidad de sobreponerse, muestran una diferencia, una anomalía como disposición a estar juntos, algo no esperado y anti hegemónico. Lo trascendente es comprender que tenemos esta capacidad, que la esperanza es activa, que se opone y resiste ante toda forma de violencia y de adversidad. Qué importante es el deseo y el sueño, qué necesario es imaginar, crear, enunciar. Conjurar la realidad.

 

Hace algunos años existió en una casa abandonada un muro de los milagros al cual acudieron personas que hablaban distintas lenguas, todas intrigadas por la posibilidad de clavar sus deseos en ese muro. Poco a poco se fue dibujando una estela de peticiones colectivas. Las palabras y las frases se acumularon y por alguna razón fueron encontradas  en diciembre de 2017, cientos de pequeños papeles guardados reaparecieron para poder concluir un ciclo y así hablaron: que el amor regrese a casa/  trascendencia y aportación a la humanidad /cuídame  en la escuela /que cada ser vivo encuentre su libertad y más aún el coraje de decir la verdad  /mi palapa en la playa/ move the spirit / paz paz paz interior y entre unos y otros/ pasión en mi cuerpo y paz en mi corazón /honestidad con las emociones reconocimiento de uno mismo /que nos toque el amor por milagro y sorpresa/ no más juicios o discriminación/ igualdad y amor para todos los seres humanos/ no hunger no war enough food and shelter for all /que desaparezca el Sistema de encarcelar a la gente/ un mundo donde quepan muchos mundos / que los seres humanos no dañen más que la naturaleza siga próspera y con vida/ I dream of a world of peace and understanding / healing for all /that all beings find peace /ama a tu corazón sobre todas las cosas ámalo /cero guerra/ effortless joy /palestinians without the strugle/que nadie al final de la línea la cruce sólo/world cooperation/a new social order base on creativity /que esta pesadilla termine/que todo esto se acabe/que se acabe la injusticia/más y mejor educación/nada no quiero nada/la tierra es de quien la cuida y la respeta/que todos los milagros escritos en estos muros y los que sean pedidos con el corazón sean realizados/que las emociones exploten y mis palabras sean más honestas y así lograr viajar por muchos mundos/más sueños.

 

Lanzamos conjuros y hacemos milagros afortunados, realizamos la esperanza practicada. La realidad es proceso, lo previo siempre es el movimiento.

 


[1] Diccionario de la existencia p 203. En referencia al concepto Esperanza.

[2] Aludo a la acción colectiva vivida el 19 de septiembre de 2017 frente al terremoto y en las semanas posteriores.

[3] Diccionario de la existencia p23. En referencia a las enseñanzas de Jung

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