SUSPENSO

Patricia Tovar – LIBEN

 

Todo parece indicar que el hombre en cuestión tenía el hábito de pasar largas horas inmóvil, algunas veces sentado observando el tránsito del sol a través de la ventana de su habitación y otras parado frente al océano; al menos esto es lo que han referido sus vecinos, quienes en más de una ocasión lo vieron concentrado en algún punto perdido, y afirman que daba la impresión de estar recordando algo o tal vez concentrado en alguna idea, pero nunca les pareció atormentado, sino más bien solitario y con una mirada curiosa como quien siempre se está preguntando algo, insatisfecho por no acceder a los enigmas que la naturaleza y los rostros de los otros nos revelan.

Al menos durante los últimos seis meses nadie lo visitó, es por ello que su desaparición parece mucho más una escapatoria que un supuesto secuestro o suicidio, como la misma policía dedujo tan rápidamente, tan inverosímilmente. De ahí mi interés en este caso, al que provisionalmente le he llamado “un truco frente al mar” dado que Rodrigo Landaeta vivía en una pequeña cabaña en lo alto de una montaña cuya ventana principal tenía una vista espectacular del horizonte. He estudiado sus movimientos a partir de observar las huellas que dejó en su propia casa; la silueta de su peso sobre un cojín viejo puesto sobre su hamaca en el lugar preciso en el que el sol entra a las 4:30 de la tarde, sus zapatos llenos de arena, una colección de piedras arrastradas por la marea y ordenadas por matices de color y unas notas en su agenda personal aparentemente dispersas: “hay suficiente metafísica en no pensar en nada”, “En alguna parte alguien desea”, “Diría que soy una roca que gusta de su núcleo” y “entonces desaparezco”. He vuelto una y otra vez al lugar y casi me parece mirarlo sentado, sintiendo el sol de la tarde, en silencio, tal vez leyendo…he buscado entre sus libros y lo que predomina es la poesía, principalmente la obra de Fernando Pessoa, de entre sus heterónimos hay marcas en varios de los poemas de Alberto Caeiro, me he detenido a leer los subrayados que él mismo hizo, de los cuales sobresalen algunos: No tengo ambiciones ni deseos. Ser poeta no es una ambición mía es mi manera de estar solo. Me siento nacido a cada instante para la eterna novedad del mundo. Creo en el mundo como en un malquerer porque lo veo, pero no pienso en él porque pensar es no comprender… El mundo no se hizo para pensar en él (pensar es estar enfermo de los ojos) Sino para mirar hacia él y estar de acuerdo. Estas lecturas y observaciones me llevaron a la siguiente abducción: Desaparición y retorno son formas de vagar entre mundos ¿Acaso el no pensar es una forma de sublimación de los sentidos? ¿Será posible la disolución del yo, su absorción total por la naturaleza? Una especie de fusión poética del ser y el infinito.

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